Espulgando el nuevo artículo, “Izquierda Moderna” del señor Fernando Belaunzarán (reconocido militante perredista aliado de Nueva Izquierda que funge como Consejero Nacional del PRD) y más allá de sus conocidos recursos retóricos para confundir el fondo con la forma, hemos de señalar lo fundamental de dicho escrito:
En la primera parte de su artículo el señor Belaunzarán intenta engancharnos con una idea, la necesidad de redefinir a la izquierda, de adecuarla a las necesidades políticas y sociales del siglo XXI. Lo fundamental de este primer párrafo es que ubica una necesidad real para quienes se han propuesto transformar a México desde la izquierda.
Sin embargo, su intento por fundamentar el concepto de “izquierda moderna” a partir de una lectura crítica de la historia del estalinismo y del llamado “socialismo real” denotan los limites de su supuesta crítica. En primer lugar por que el término “izquierda moderna” carece de sentido teórico. La izquierda es de suyo un fenómeno político propio de la modernidad, es la expresión política de una posición que surge con la modernidad misma, en el seno de las luchas por la dirección del proceso revolucionario francés simbólicamente representado en la toma de la Bastilla en 1789. De entonces para acá se le ha denominado izquierda a los sectores y grupos identificados con esa posición política particular que defiende la incorporación de los productores -organizados políticamente- en el diseño y dirección de la vida social. En resumen la izquierda es un fenómeno político que surge con la modernidad, que incluso se le opone para exigirle que cumpla con sus promesas -igualdad, libertad, fraternidad, justicia, etc.- y que llega a cobrar muchas formas y expresiones, muchas tácticas y vías, inclusive opuestas entre sí, como sugiere Adolfo Gilly:
“Defino como izquierda a las corrientes de ideas (y sus respectivas formas organizativas: partidos, movimientos o tendencias) que proponen una reorganización socialista —es decir, no fundada en el capital, la ganancia, la propiedad privada y la expansión de la acumulación capitalista sino en el trabajo, la solidaridad, la propiedad colectiva y la planificación económica— de la sociedad. Dentro de esta amplia definición caben diferentes vías, métodos, plazos y programas —a veces muy distintos y hasta antagónicos entre sí— para alcanzar dicho objetivo.” Adolfo Gilly, Nuestra caída en la modernidad, Joan Boldó i Climent, México, 1988, pp. 132-133.
Pero el señor Belaunzarán es un político que estudia teoría, no un teórico que hace política por lo tanto podemos aceptar que no sepa utilizar con precisión conceptos de la teoría critica. Para ser condescendientes con Belaunzarán podemos suponer que utiliza el término “moderno” como sinónimo de “nuevo” (naturalmente el autodenominado “hereje” se cuida de no utilizar el concepto “izquierda nueva” pues intenta convencernos de que hace una reflexión y no un mero posicionamiento de su corriente afín). La izquierda “tradicional” o “vieja” sería aquella que se llegó a identificar con la URSS y sus satélites, con la revolución cubana, las guerrillas latinoamericanas, el marxismo-leninismo; en cambio la izquierda “moderna” o “nueva” sería aquella que surgiría del fracaso de la primera, de la reflexión autocritica al autoritarismo, sectarismo y dogmatismo de los viejos comunistas y revolucionarios. Así reflexiona el señor Belaunzarán, haciendo evidente su limitado conocimiento de la historia de la izquierda, dejando de lado cientos de expresiones distintas que convivieron incluso ya en la “era soviética” y que se opusieron a los autoritarismos de dichas izquierdas. Es decir, Belaunzarán desconoce que la crítica más fuerte contra la era soviética surgió en esa misma era y se siguió desarrollando después de la caída del Muro con aportaciones críticas desde la psicología (Reich, Fromm,), la filosofía (Marcuse, Sartre, Sánchez Vázquez) el anarquismo, el feminismo, el ecologismo, la lucha por la diversidad, etc. El debate actual de esta crítica radica en como lograr articular la gran diversidad humana sin detrimento de sus distintas expresiones, como poder articular lo tradicional con lo moderno, como alcanzar una modernidad que no subsuma los localismos comunitarios. Si fuéramos ingenuos pensaríamos que es a este debate al que quiere anclar su reflexión el señor Belaunzarán. Pero afortunadamente no lo somos.
El texto de nuestro “hereje” aparenta ser una reflexión pero en realidad es una estratagema para mostrar a Andrés Manuel López Obrador como algo que en verdad no es. Pero sigámosle un poco más el juego al blogero moderno. Después de clasificar a la izquierda en dos bloques (la moderna o nueva y la tradicional o vieja) Belaunzarán avanza señalando las principales contradicciones de la izquierda que critica: no hay congruencia entre los medios y los fines, es autoritaria, estatista y burocrática, se asienta en la fuerza militar, atenta contra las libertades ciudadanas, contra la libertad y la democracia. Posteriormente intenta postular el fundamento de la izquierda que defiende oponiéndola a la “vieja” o “tradicional”. Incluso intenta caracterizarla, por ejemplo dice, que bajo la nueva izquierda (o izquierda moderna) cabría algo que se llama “propiedad social” (sólo que se olvida definir que entiende por ella, o no le interesa pues, repito, su intención no es reflexionar, sino disfrazar una posición política predeterminada).
Después de este compendio de criticas a la izquierda soviética intenta homologar la figura de López Obrador con la de los dirigentes políticos de la era soviética, y para que el argumento no se vea tan forzado, homologa primero el estatismo soviético con los estatismos nacionalistas “dirigidos por caudillos” (por cierto que hasta aquí no se nota diferencia alguna entre la visión de Krauze, Camín y Castañeda con la del supuesto “hereje”).
Por supuesto no puede dejar de reivindicar la característica principal de los defensores de este tipo de izquierda, un realismo pragmático que fundamentalmente se resume así: la era de la revolución socialista terminó en un gran fracaso; es imposible volvernos a plantear metas tan utópicas como aquellas; hay que reconocer que no podemos hacer mucho en este medio; por lo tanto vamos a pelear por reformas moderadas e ir creciendo poco a poco.
Pues bien ¿acaso Nueva izquierda, la dirigencia del PRD cumple al menos con las características básicas para aparecer como una izquierda moderada, según la entiende el señor Belaunzarán? Ni siquiera aspira a ello. Belaunzarán pretende engañar abiertamente a sus lectores al tratar de ocultar el colaboracionismo de la dirigencia perredista con bajo el argumento de que se trata de una izquierda moderada. Como no puede se vuelve a concentrar en la crítica al obradorismo.
Como paso previo para terminar de cerrar su trampa argumental, el señor Belaunzarán señala una serie de demandas programáticas por las que debería velar su “nueva izquierda”, por ejemplo: inclusión de minorías, promover las libertades civiles y etc. Vamos a citarlo:
“La izquierda moderna se reencuentra con su pasado remoto al reivindicar la libertad y luchar por profundizarla y hacerla realidad para todos los seres humanos. En ese sentido entiende que hay condiciones materiales y culturales que deben extenderse al conjunto de la población para que sus miembros tengan opciones y puedan considerarse libres.”
Le pregunto a Belaunzarán ¿Acaso la dirigencia nacional del PRD se ha propuesto tales reivindicaciones? ¿No cerraron filas los senadores perredistas dirigidos por Jésus Ortga contra la iniciativa de derechos indígenas en 2001, aún cuando el neo-zapatismo marchó desde Chiapas hasta el DF para exigir dicha ley?
El último giro argumental es la lapidación de AMLO al señalarlo como representante de la vieja izquierda, como caudillo autoritario, como izquierdista radical incapaz de incorporar a su programa las demandas de los sectores más pudientes y poderosos, por tanto como portador de un proyecto inviable. Belaunzarán quiere hacernos creer que AMLO es un comunista trasnochado, su argumento es tan falso que se cae solito. Así termina su trampa ¿Quién pude caer en ella?
Sólo quien desconozca las características de los actores políticos de México podría tomarse esta copa. En realidad la comparación de AMLO con la vieja izquierda carece de fundamento. En principio porque AMLO no es un revolucionario (otra cosa es que con su práctica política aparezca a los ojos de la generalidad de los políticos como una amenaza). De hecho es más bien un político reformista de corte liberal, que viene de abajo. Si hay una izquierda que pueda ser vista como sensata aún cuando es reformista –o precisamente por ello- es la de AMLO. Su estrategia es justamente la que dicen enarbolar los promotores de la izquierda “moderna”, pelear por conseguir reformas sociales moderadas (su programa político apenas se distingue del programa democrático liberal del General Henríquez en los 50´s, quien también fue victima de un fraude electoral, de la represión policiaca y de todo tipo de denuestos similares a las que el pretendido “hereje” utiliza contra AMLO). La diferencia es que Andrés Manuel obtiene su fuerza de la movilización popular, de la gente organizada. En realidad Obrador nunca ha roto con la clase empresarial, solamente con algunas familias y grupos abiertamente reaccionarios, por ejemplo quienes financiaron el fraude en 2006, quienes apoyaron el Fobaproa con Zedillo, en suma, quienes son responsables directos de la catástrofe del país. Te pregunto a ti Raúl, tú que tanto defiendes al señor Belaunzarán y te atreves a llamar “borregos” a quienes no piensan como tú ¿Por izquierda moderna debemos entender una izquierda que nos sea capaz de señalar a los autores materiales e intelectuales de la debacle nacional? ¿Ser moderno significa convalidar el engaño, el robo, los negocios turbios a la sombra del poder sólo para mantener la imagen de no violentos y poder asegurarse un lugar en las pantallas de la televisión nacional? ¿Qué contestas?
Obrador tampoco se ha negado a la inversión privada -incluso extranjera-, sólo propone desarrollar la producción interna para favorecer nuestra independencia económica. AMLO tampoco puede ser identificado con los políticos que promueven el culto a la personalidad de su figura. La figura de AMLO no la promueve él, sino la gente que proyecta en él (con o sin razón) la esperanza de un cambio profundo. De hecho ni siquiera tiene un blog personal con su mejor foto como si lo tiene el señor Belaunzarán. Dicho sea de paso, quienes conocimos a Belaunzarán en 1999 sabemos que es un sujeto tan temperamental que es capaz de terminar una discusión a golpes y mordidas, por eso sostenemos la hipótesis de que el autoritarismo que el susodicho “hereje” achaca a AMLO no es más que la proyección de su propia estructura autoritaria en la figura de Andrés (una proyección muy conveniente para la derecha por cierto).
Por otro lado, respecto a la admiración que Belaunzarán refiere por los políticos como Lula, hay que decir que López Obrador y su movimiento se acompasan más con todos los procesos políticos innovadores de América Latina que cualquier otro proyecto político nacional ( en todo caso nosotros esperaríamos que si Obrador llega al poder algún día sea para ir más lejos que lo que fue Lula). Su movimiento no sólo esta dotando de estructura a la gente que lo integra sino que además sostiene una vida política activa que va desde las bases hasta la dirigencia, no hay comité de base obradorista que no asuma la discusión del futuro del país como un asunto que les compete y con el que están comprometidos. De esta forma el movimiento obradorista esta promoviendo en los hechos, más allá de la retórica bonita y de escritorio, las libertades democráticas más básicas: la de la participación política directa por ejemplo; el obradorismo está construyendo ciudadanía en todo el territorio nacional. En ese sentido el obradorismo hace mucho más por fortalecer a las izquierdas que muchos otros actores que se asumen como tales. Ante ello las palabras de Belaunzarán se develan como pura demagogia ¿Qué ha hecho su partido para promover la formación política de sus bases? ¿Qué hizo el señor Belaunzarán como Secretario de Formación Política del Comité Ejecutivo Nacional del PRD sino promoverse como Consejero Nacional? Y ¿Qué hace ahora como consejero nacional del PRD sino seguir minando las bases de una izquierda auténtica y comprometida como lo ha venido haciendo desde que era estudiante? ¿Puede usted rebatir, señor Belaunzarán, que la militancia perredista más consciente, activa y comprometida es la obradorista? No puede. No puede a condición de revelarse como un mentiroso.
El verdadero fondo de las “reflexiones” de Belaunzarán es su molestia por la posición de López Obrador respecto a las alianzas entre el PRD y el PAN para las elecciones en el Estado de México de 2011. No entiendo por que no puedes abrir el debate directo ahorrándote la retorica y las proyecciones. La preocupación real del señor Belaunzarán es que si no se lleva a cabo la alianza que la dirigencia de su partido propone se corre el riesgo de no ganar el Estado de México, gobernado actualmente por el PRI, bastión fundamental de Peña Nieto para las presidenciales de 2012. Pese a que Belaunzarán no sabe –o no quiere- hablar directo y se pierde en sus propias imaginerías yo sostengo que ésta es una preocupación legítima. Es un asunto que también genera discusión dentro de las propias filas del obradorismo.
Mi posición es que efectivamente una alianza entre PAN y PRD podría ganarle la elección al PRI. En principio porque aliarse con el PAN significa recibir el apoyo del gobierno federal de Felipe Calderón. A eso le apuesta la dirigencia perredista, al respaldo de Calderón, pues el PAN es un partido sin presencia política en Edo Mex. Sin embargo el costo de dicho triunfo salta a la vista: es una alianza que se basaría en un interés político utilitario (debilitar al PRI rumbo a 2012) no en un afán real de democratizar realmente al Estado de México. Para democratizar al Edo Mex habría que ir directo con la gente, organizar comités vecinales para debatir los problemas locales, generar una nueva cultura política basada en la responsabilidad, la conciencia y el deber cívico, justo lo que esta haciendo el movimiento nacional obradorista. En la alianza que defiende el sediciente “hereje” la izquierda queda subordinada a la fuerza real de la derecha (el gobierno federal), que por cierto aún no acaba de pactar la transición con el PRI en 2012 y que es posible que intente quedarse por la fuerza en el poder apoyándose en su Ejercito Negro ¿Esta usted dispuesto señor Belaunzarán a ser cómplice de ello? ¡Ese es el autoritarismo que debería preocupar al perredismo! Por cierto aquí quiero abrir un paréntesis para señalar el desempeño de la nueva izquierda (o “moderna”) del Estado de México, que no sólo no ha podido revertir el control corporativo priista, sino que lo ha integrado a sus modos de operar e incluso ha llegado a negociar la representación ciudadana, como ocurrió recientemente cuando el PRD de Luis Sánchez cedió el poder al PRI en el municipio de Nezahualcoyotl.
Volviendo al punto. Nosotros afirmamos que el movimiento obradorista ha consolidado su presencia en la arena política nacional porque no se desarraiga de los sectores populares a los que representa. Mas aún, a diferencia de lo que ocurre con las bases perredistas, las bases obradoristas si se sienten representadas –no utilizadas- en el obradorismo. El partido obradorista no esta cerrado a negociar, a conciliar, ni a dialogar con nadie pero tiene claro los intereses que representa e intenta ser consecuente –no sin errores ni contradicciones- con ellos. El posicionamiento de Andrés Manuel frente a las alianzas obliga a toda la izquierda –no sólo a la electoral- a tomar definiciones y a mostrar cuales son sus verdaderos intereses y afinidades. Para todos es bien claro el papel que la dirigencia nacional del PRD esta jugando en la batalla por México. Por más que el señor Belaunzarán quiera disfrazar de izquierda “moderna” al colaboracionismo perredista no pueden negar que ya tienen diseñada una estrategia y que sólo aguardan el momento idóneo para soltar el haz bajo la manga. Nuestro sediciente hereje(jejeje perdón, me gana la risa) es, en verdad, un ávido impulsor de la candidatura presidencial del priista Ramón de la Fuente –quien estuvo a cargo de la Secretaria de Salud en el sexenio de Zedillo y después orquestó como rector de la UNAM la represión contra el radicalizado CGH en febrero del 2000 y las políticas privatizadoras contra las que se levantó el estudiantado en el 99-. Por eso Belaunzarán defiende la alianza electoral entre PAN y PRD en Edo Mex, pues es el antecedente necesario para montar a su gallo en la elección federal de 2012. Tal vez entonces dé el siguiente salto, de Consejero perredista a…